"BARNABITAS ESPAÑA"


CARTA NOVENA

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(10 de junio de 1539)

   

Advertencia:

Carta de no fácil lectura.

Antonio María ha notado extravagancias en la Angélica Paula Negri, Maestra de las Novicias.

FlorLe preocupa el comportamiento de la “Divina Madre” (su “guía espiritual”) por los reflejos negativos que podrían tener en la formación de las menos expertas principiantes (novicias) en el camino de la perfección.

Con tacto suave y exquisita delicadeza, la invita a cortar estas posturas.

Antonio María se hace defensor y garante de la rectitud e intención de su “guía espiritual”. Sin embargo, aun concediendo el beneficio de las mejores intenciones, la exhorta a cortar, a fin de no convertirse en piedra de tropiezo para las ingenuas principiantes.

Camino seguro, sigue siendo el señalado por Pablo: el “Cristo Crucificado por doquier”.

Camino obligatorio para todos, no exento de espinas y dificultades. Por la Cruz se llega a la luz.

 

 

             Destinatario:

 

             A la Madre Maestra Angélica Paula Antonia Negri y demás Angélicas.

 

 

JC. XC. +

 

            A la única y querida junto con las obedientes hijas en Cristo, salud. 

 

            Por ser mañana la fiesta de San Bernabé, compañero de vuestro y nuestro casto Pablo,  no puedo dejar de usar con vosotras el método que aquel usó con el docto Pablo, el cual quería ser de hecho, y también en la opinión de todos, un vivo ejemplo de Cristo crucificado.

 

            Sabéis que Pablo, recién convertido, fue por primera vez a Jerusalén y buscaba maneras de integrarse y unirse a los demás cristianos para ser reconocido por ellos como cristiano. Pero ellos, temiendo que fuera igual que antes, no se atrevían a reunirse con él.

 

            Entonces Bernabé lo tomó de la mano y lo condujo a los Apóstoles, y les dijo: "He aquí aquel que era... y después Cristo se le apareció...etc.; y ha hecho y ha dicho...etc". (Hech. 9, 26-27). Y así, en su presencia, lo dio a conocer a todos; y (callando su participación, por el temor de saborear el azúcar y la miel de alabanza) lo presentaba a todos los cristianos como una columna y como quien tuviera casi el primado del Apostolado.

 

            Así querida Madre, si te parece bien, quisiera manifestarte la libertad que tienen los grandes Santos; y quisiera decirte como lo que, por nivel de perfección, en ellos es una experiencia y un signo seguro de santidad consumada, por el contrario, sería para nosotros ocasión de manifiesta ruina, o signo inevitable de no habernos despojado todavía de nuestros anteriores y arraigados hábitos. A semejanza de aquel santo del que habla San Juan Clímaco, el cual, seguro de la extinción de la concupiscencia de la gula, desafió al demonio con un racimo de uvas, para ver si quería tentarle por medio de ellas; y a semejanza de persona que -cuando quiere comprobar si una pasión ha muerto en ella o en otros, y hasta que punto- le proporciona ocasiones con palabras, con actos o con otras cosas, después observando exterior e interiormente, analiza los resultados, de ellos conocerá el estado interior propio o ajeno.

           

            Ni diré aquellas cosas que sólo tú entenderías, sino las que podrían ser comprendidas por nuestras Angélicas, dejándote a ti rumiar interiormente el resto.

 

            Bernabé decía: "He aquí a Saulo", es decir, el rostro del primer hombre nuestro, y el símil de nuestras primeras malas inclinaciones o pasiones.

 

            Ahora, digo yo, tanta palabrería que dice este santo o santa, tantas razones, que parece un pinzón o una mona; el no estar nunca en la oración, ocuparse siempre en cosas externas, o quedarse dormida en la cama, o más bien casi ociosa, ¿no es éste el rostro de Saulo, es decir, la imagen de nuestro primer hombre viejo?

 

            ¡Sin embargo, esto no es nada! Hacer que te sirvan bien, adornar la habitación, hablar siempre reprendiendo, no dirigir nunca a nadie una buena palabra, aparentar que no aprecias a nadie, ¿no es esto sino residuos de nuestras primeras costumbres?

 

            Y además: no estar nunca contenta, ser siempre tentada, estar siempre dudosa e incierta, no puede ser sino indicio de ser todavía la misma que era en el mundo, o por lo menos de ser imperfecta o de haber cambiado poco.

 

            Tener un estómago que no quiere sino manjares y frutos frescos, ¿qué prueba sino que tienes todavía la gula muy viva? El hecho de no poder esperar un poco sin que la ira se refleje en la cara; no poder estar de rodillas sin que un banco esté a tu lado, o aceptar cada cosa que ocurra sin que te hierva la sangre, ¿qué significa, sino una naturaleza demasiado delicada?

 

            Fíjate si esto es delicadeza: apenas poder moverse, estar sentada en el locutorio te produce dolor de cabeza, la presencia del prójimo te molesta. Todo se ve menos la figura de una madura perfección.

 

            Estas y parecida cosas son como Saulo, es decir, constituyen la imagen del hombre imperfecto.

 

            "Pero callaos, dice Bernabé, porque a éste o a ésta, que os parece ser de tal manera, que sepáis que se le ha aparecido Cristo, etc". Que sepáis que hallaréis un ser interior y exterior de Santa. Si queréis comprender bien toda su vida, si os revelo a esta humilde criatura, me temo que se pondrá colorada y bajará la cabeza para no parecer tal.

 

-         Mirad un poco, si nunca habla abrasando o despertando vuestras entrañas;

-         mirad que aunque desvaríe hablando os observa en todo lo que hacéis, no haciendo otra cosa interiormente;

-         mirad que nunca descansa, sin que antes haya conseguido alguna cosa para si y para otros;

-         mirad cómo nunca se despide sin un gesto, un  silencio, o una palabra edificante;

-         mirad si alguna vez es tan distraída, que no se dé cuenta de cualquier comportamiento vuestro, o no os infunda buenos pensamientos o no os sugiera algún ejercicio espiritual.

 

           Callaos y no digáis nada, pues os descubriré todavía algo más.

-         Cuando rehuye la oración, entonces es cuando más la practica;

-         cuando la veis atribulada, siempre apenada y parece que quiere

aprender de quien no sabe, manifiesta el odio hacia sí misma y quisiera ser considerada como ignorante;

-         cuando veis la manera de arreglar su celda para que se rían de

ella, hace que se la trate como tonta, no quiere aparentar que el Crucifijo la haya confortado y Pablo la haya orientado. Con una misma palabra da vida y da muerte, con un mismo gesto acaricia y daña. (Dt. 32, 39)

 

            ¡Basta! Cualquiera que quiera considerarla bien por sus acciones, encontrará en ella el retrato de Saulo, sí; pero Bernabé dará testimonio de que no es lo que aparenta u otras veces aparentaba.

 

            Mi querida Madre, os diría más cosas, pero no quisiera que se me entendiera mal. Sin embargo, tú podrás decirles el resto.

 

            Diré sólo esto: que digas a las Angélicas que ellas no lo hagan ni se permitan semejantes licencias, pues sin duda les prometo que descubrirían en ellas resultados contrarios a los que le suceden a dicha persona; y en vez de avanzar en las grandes perfecciones, retrocederían quizás hasta bajar a las profundidades de la suma imperfección.

 

            Por lo tanto a ellas no les convienen las palabrerías, sino el rigor del silencio por cuenta propia. Así no es bueno para ellas actuar, hablar o pensar sin permiso interior o exterior. Así, el hecho de no negarse a sí mismas, sino el seguir sus propias inclinaciones, las llevaría hacía la muerte, por sus tendencias carnales. La autoridad favorecería su presunción; el saber, su soberbia, la disipación las relajaría; no renegar de su propia voluntad, aun en las cosas permitidas, no sólo las convertiría en mujeres toscas, sino que las alejaría completamente del deseo de imitar a Pablo y su vida.

 

            En efecto pensad y ved que daño causa el deseo a las propias comodidades, el beber dulcemente, si no el vino y alimentos especiales, al menos un poco de consuelo espiritual y un poco de autocomplacencia; si no están ciegas, todo ello les prueba cuanto mal les pueda hacer.

 

            Diles, por lo tanto, que este Pablo les predica a un Cristo crucificado por doquier, no sólo en el mismo Cristo, sino en ellas mismas; y pídales que mediten bien esta sola palabra. Y si por torpeza no la comprenden bien, dile a mi Maestra Paola que se la explique, pues aquella lengua ardiente y bien mordaz suplirá a lo que yo les diría.

 

            Nada más, querida Madre.

 

            Guastalla, 10 de junio de 1539.

 

            De vuestra caridad.

            Padre e hijo.

 

 

                                                        ANTONIO MARIA, sacerdote

 



























                   
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